viernes, 25 de noviembre de 2016

CONTRA TODAS LAS VIOLENCIAS MACHISTAS





Porque estamos hartas de morirnos.

A 25 de noviembre de 2016 se ha producido un feminicidio en nuestro país cada 3,5 días.

La sociedad actual está estructuralmente organizada en base a las desigualdades entre hombres y mujeres, y esto se aprecia en todos los ámbitos de la vida. La repartición desigual entre ambos en el trabajo asalariado y en el de cuidados, la discriminación en el acceso a espacios de poder, la apropiación de nuestros cuerpos, el desigual acceso a todos los recursos, o la ideología patriarcal generalmente aceptada que nos subordina y nos sitúa en niveles inferiores de autonomía y libertad. Esta desigualdad es estructural del sistema capitalista, y nuestra sociedad dispone de mecanismos que la refuerzan y reproducen: los medios de comunicación, las leyes discriminatorias, la violencia institucional, la religión o la educación, pero también en el momento actual los efectos de la crisis sistémica y su salida neoliberal nos dejan un escenario aún peor. Todo esto nos sigue situando a las mujeres como sujetos desiguales y así, se consigue legitimar la violencia machista en cualquiera de sus facetas, simbólica, psicológica, física, etc. La violencia sexual, el acoso callejero o el acoso laboral, son expresiones de un mismo problema que encuentra su manifestación más radical en los asesinatos.

La impunidad social a la que se somete la casi totalidad de estas manifestaciones pretende difuminar su carácter patriarcal. Incluso ante la violencia más extrema, los feminicidios, vivimos un proceso de banalización, de forma que ya no nos asesinan, y leemos titulares donde las mujeres “mueren” en manos de sus parejas o exparejas, en un esfuerzo por naturalizar el problema.

Pero la situación puede ser peor, habiendo mujeres que, por motivos socioeconómicos, por su raza, por condición de migrante, transexualidad u orientación sexual, se enfrentan a más dificultades en el acceso a los derechos y a la justicia.

Aún hay quien cree que no existe discriminación real hacia las mujeres. Nosotras seguimos saliendo a las calles a gritar que nos queremos vivas porque ya estamos hartas de “morirnos”, pero también de todo lo demás.

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